
Ya han pasado algunas semanas desde que finalizó el Rally Dakar y regresé de Argentina. Recuerdos con un sabor agridulce. La victoria en la primera etapa, luego el mal tiempo y un accidente que nos dejó fuera de la competición…
Pero en fin, hay que mirar hacia adelante, hacia el futuro y después de unas pequeñas “reparaciones” es hora de ponernos manos a la obra y comenzar a preparar esta próxima temporada de competiciones y el próximo Dakar.
Una pequeña operación en la mano ha provocado que estuviese unos días descansando, pero aun así no he dejado de hacer actividad, como, por ejemplo, algunas carreras de coches en hielo muy divertidas.
Pero sí que tenía aparcados los entrenamientos y no será porque “el pesado” de mi entrenador no me haya perseguido, llamándome e intentando convencerme de lo bien que estaba la nieve y del buen tiempo que hacía, que comenzaríamos con una salida de esquí de montaña muy suave, que tenía preparada una ruta con poco desnivel… Sí, sí, como si le creyera… Pero al final me ha convencido y nos hemos puesto en marcha. Ya es hora.

Con Lluis “jugamos” a veces con diferentes estrategias. Yo le decía: vale, vamos a esquiar, pero sólo de bajada; pero él decía que ni hablar. El lugar escogido: la Masella, para subir con los esquís de montaña a la Tossa d’Alp ( 2.553 m.). Le digo que no encuentro las pieles de foca (se ponen debajo de los esquís para poder subir), pero que ya he buscado otras. Sé que no van bien en mis esquís y así tendremos que usar el telesilla, pero él siempre lleva recambios de todo y sin darme cuenta ha hecho un invento y ya tiene mis esquís preparados para subir. Ésta era mi estrategia de hoy, pero en el fondo ya sabía que lo podía solucionar y podríamos hacer la ascensión. Menos mal. Eso sí, he tenido que oír unos cuantos insultos mientras tanto.

Realmente ha valido la pena subir con los esquís. El día es perfecto, la ruta escogida esta vez es un poco más suave y muy agradable. Con voz baja le digo que estoy disfrutando como un niño, después de llamarle de todo, menos guapo, durante la primera media hora de subida.
Llegamos a la cima y rápidamente nos preparamos para el descenso. Quitamos las pieles, bloqueamos las fijaciones, nos ajustamos las botas y ¡zasss! hacia abajo. La nieve es excelente y hace que nos creamos unos craks del esquí. Bajamos cada vez mas rápido, hasta que ¡boom!, me doy un batacazo de órdago. Me saltan los esquís, las gafas, el gorro, quedo boca abajo rebozado de nieve como una croqueta y siento que me gritan: “¿Cómo estas?”. Le digo que bien. Viene, lo comprueba y cuando me ve la cara se parte de risa, yo también, y comienza a recoger los “restos” que he dejado desparramados por la nieve.

Continuamos con el descenso y disfrutando de cada viraje llegamos al punto de salida, y los dos repetimos la misma frase: “con lo que cuesta subir y lo rápido que se baja”. Al final hemos hecho un buen entrenamiento y, lo más importante: ha comenzado una nueva temporada.
Estoy contento de reencontrarme con los entrenamientos, con los duros esfuerzos, con la montaña, con una nueva temporada de grandes retos deportivos y sobre todo con la ilusión de los nuevos proyectos…
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